Vidas pasadas’ es una película aparentemente sencilla y contemplativa pero concisa y compleja en su fondo. Es una de esas películas que, por hiperbólico y cursi que pueda sonar, son como la vida misma. Tan honesta y cruda.

Sin necesidad de caer en dramatismos baratos ni clichés, el film cuenta la relación entre dos personas a lo largo del tiempo. Una conexión profunda forjada desde la niñez que no deviene en algo romántico, sino que va mucho más allá, manteniéndose intacta al paso del tiempo.

La relación entre los dos protagonistas de la película es una de esas relaciones inexplicables que sientes con alguien a quien no ves a menudo, con quién quizás no has vuelto a hablar, pero al que cuando ves después de varios años te hace darte cuenta de que nada ha cambiado y que seguís teniendo algo perdurable a los años. 

No importa el tiempo que pase, hay ciertas personas con las que se crea un vínculo inexplicable que te hacen plantearte, como hace tan brillantemente esta película, que hubiera cambiado si las cosas hubieran sido distintas. Si en otra vida quizás llegasteis a ser algo que en esta, por diferentes circunstancias, no pudisteis ni podréis ser.

Los personajes que aparecen en el film son realmente complejos y perfectamente construidos y que, al igual que el film en su conjunto, evitan caer en todo tipo de clichés que arruinen la experiencia tan preciosa que supone el visionado de esta película. 

Más allá de sus dos protagonistas, cuyos actores demuestran una química mágica en pantalla, ejemplo de esto es el personaje del marido. Alguien que tradicionalmente hubiera sido el villano de la historia o que hubiera caído víctima del más cruel arquetipo, pero que aquí se muestra como alguien sorprendentemente maduro y comprensivo. El diálogo que mantiene con su mujer, interpretada por una Greta Lee que debería estar en todos los premios, es una de las escenas más potentes del film. 

Celine Song es una cineasta concisa, que sintetiza al máximo cada elipsis y que mide a la perfección cada palabra y cada imagen, para contar lo justo y necesario. Apuesta también por los silencios y las miradas, especialmente notables en escenas como la del reencuentro en Nueva York o en esa despedida final.

 

A nivel de dirección, Song maneja la cámara de manera sublime y muy poética, con una técnica y una sensibilidad que hace que parezca mentira que se trata de su debut cinematográfico. Dominan los espacios vacíos y los encuadres que encierran a los personajes en el espacio retratando así su soledad. 

Un estilo visual que recuerda inevitablemente a la Sofia Coppola de ‘Lost in translation, en su retrato de personajes enmarcados en grandes ciudades que no hacen sino amplificar su mundo interno y sus emociones. También es inevitable no pensar en films recientes como ‘Aftersun’ o ‘La peor persona del mundo’ en una historia que sería también algo así como si los Mía y Sebastián de ‘La La Land’ se reencontrarán años después del final de este film.

En definitiva, ‘Vidas pasadas’ es una película preciosa y emocionante que a través de una historia sencilla y concisa logra transmitir una pureza y una honestidad que invita a reflexionar sobre las relaciones humanas y las conexiones que vamos forjando en nuestra vida. De lo mejor del año.