‘Dune; Parte Dos ‘ ha sido uno de las películas más comentadas y aclamadas del año, así que tocaba ya hacer crítica de esta película. Ha tardado unos meses, sí, pero ya está aquí. De entrada, he de decir que la película supera con creces a su predecesora en cuento a escala y dimensión épica.
Tras una primera parte también bastante sobresaliente, Villeneuve pone toda la carne en el asador con esta segunda entrega, dejando claro que aquel primer film no era sino una primera muestra de su increíble ambición y dominio del lenguaje audiovisual.
‘Dune II’ es una de película de incontestables proporciones épicas, que impacta realmente al espectador, al que no le queda otra opción que contemplar con ojos de puro asombro el gran espectáculo audiovisual que se nos presenta en pantalla.
Su primer acto deja bastante respirar la trama, tomándose su tiempo para asentarla bien y, sobre todo, para recordar de dónde venimos. Pero a partir de la presentación del gran villano, espectacular Austin Butler, la película comienza a escalar y no se detiene hasta su épico desenlace.
Timothée Chalamet logra un muy buen resultado de nuevo encarnando a ese Mesías en el que se convierte su Paul Atreides, con un mayor conflicto moral en este film. Zendaya, por su parte, hace que nos olvidemos de su escasa aparición en la primera entrega y se convierte aquí casi en coprotagonista, en una gran interpretación bastante contenida pero llena de rabia por momentos.
Pero uno de los grandes aciertos de la película son sus nuevas incorporaciones. Como he adelantado antes, destaca sobre todo ese Feyd Rautha encarnado por un sádico y entregado Austin Butler, de lo mejor de la película. La brutal secuencia de presentación de este personaje, rodada en blanco y negro, es seguramente la secuencia más espectacular del film y el momento en el que la película se eleva inconmensurablemente.
También cumple con las expectativas Florence Pugh y destaca un sorprendente cameo de una conocida actriz joven que apenas aparece unos segundos pero que deja sin duda con ganas de más.
Tampoco conviene olvidar el gran trabajo de una Rebecca Ferguson realmente comprometida a la causa y de un Javier Bardem que parece disfrutar de lo grande en esta película y que es lo más parecido a un alivio cómico.
La música y el diseño sonoro vuelven a resultar sencillamente prodigiosos. Si bien la trama no aporta nada nuevo, ni falta que le hace en este tipo de films, incluye no obstante en su fondo una cierta reflexión acerca de la fe, la religión y los líderes de masa. Esto aporta una mayor capa de profundidad y suma muy positivamente a la experiencia de su visionado.
En resumen, Villeneuve compone una prodigiosa secuela que no solo supera en escala y proporciones épicas a su ya brillante predecesora, sino que se establece como una de las películas más destacadas del género de la ciencia ficción de lo que llevamos de siglo.
Aunque para afirmar que es una de las mejores películas de ciencia ficción de toda la Historia del Cine, como muchos se han cansado de decir hasta la saciedad, es necesario que pasen todavía unos años.
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