Creo que nunca he estado tan en shock como lo estoy después de ver esta película. Pocas películas me parecen tan salvajemente arriesgadas como ‘La Sustancia’una sátira brutal y salvaje sobre el miedo a envejecer que te escupe a la cara su necesario mensaje por medio del body horror, el gore y la ciencia ficción.

Con un guion conciso y directo y una cierta abstracción narrativa en cuanto a la representación de su tema central, ‘La Sustancia’ llega hasta dónde muchas películas no se atreverían ni a rozar. Cruza límites sin ningún tipo de contención y concluye en un salvaje tercer acto que no dejará a nadie indiferente.

Sus últimos minutos son la prueba final definitiva para el espectador. O abrazas el mega espectáculo gore con el que Coralie Fargeat termina de grabar a fuego (o a sangre, más bien) el mensaje de la película, en una sucesión de secuencias absolutamente apabullantes, o la película te saca completamente, generándote rechazo.

Evidentemente, me hallo en el primer grupo, al disfrutar como nunca de una de las experiencias visualmente más retadoras, salvajes y sangrientas que he visto en una pantalla de cine en mucho tiempo.

‘La Sustancia’ me ha conquistado desde su poderosa secuencia inicial, que encapsula de forma grandiosa y concisa el tema de la película y que recoge en su imprevisible plano final siguiendo una acertada estructura circular.

Demi Moore demuestra ser una auténtica bestia interpretativa (ejem, ejem), lanzándose como pocas actrices lo harían a un papel tan arriesgado. Su compromiso es total, poniendo su propio cuerpo y su estatus de estrella al servicio de la película y de su potente mensaje.

Su secuencia maquillándose frente al espejo, luchando contra un reflejo que aborrece, víctima de la comparación con su yo más joven, es una de las mejores y más dolorosas escenas de la película y del cine reciente, al reflejar de forma cruda y real una triste realidad.

Moore está de Oscar, pero no sé yo si los Oscars se atreverán a probar «La sustancia».

Es imposible hablar de la interpretación de Moore sin dejar de alabar la de su «otro yo», una magnética y espléndida Margaret Qualley cuya entrega a la causa no es para nada menos destacable.

La actriz se atreve con un papel nada fácil, sobre todo en cuanto a la continua exposición que la película hace de su cuerpo. Qualley demuestra de nuevo ser una de las actrices más interesantes y kamikazes de su generación.

‘La Sustancia’ homenajea directamente a películas clave del género como ‘El resplandor’, ‘Carrie‘ o el cine de David Cronenberg, cuyas comparaciones son inevitables al ser este el padre del body horror.

La puesta en escena es impresionante y su directora nos regala imágenes de un gran poder visual, apoyadas por una punzante banda sonora y un exquisito y cuidado diseño sonoro que te mete de lleno en la aterradora y trágica historia que te cuenta la película.

En definitiva, no hay nada (o casi nada) que te prepare para una película como esta. Un film que revienta sin miramientos el subgénero del body horror, con imágenes de una potencia visual asombrosa y que cruza límites que muy pocas películas cruzarían.

Fotograma de la película ‘La sustancia’, con Demi Moore y Margaret Qualley

Todo ello para reflejar el terror que supone para muchas mujeres, especialmente en la industria del entretenimiento, llegar a una cierta edad y convertirse por tanto, en seres invisibles e inservibles que rápidamente son sustituidos por versiones más jóvenes de lo que fueron y ya nunca serán. Momento en el que pasan directamente a estar solas, como si todo el mundo se hubiera olvidado de ellas.

Es digno de celebrar que existan películas como ‘La Sustancia’ y voces femeninas ambiciosas que regeneren el cine de terror al atreverse a contar historias originales sobre temas tan necesarios.